domingo, 12 de octubre de 2014

MI EXPERIENCIA CON LA NUTRICION TERAPEUTICA EN EL EMBARAZO

Soy nutricionista y entiendo como debe ser la alimentación de una embarazada, pero dejenme contarles y como siempre sucede, lo teórico no siempre tiene que ver con lo práctico. Una embarazada tiene el instinto a flor de piel y no es fácil seguir una pauta estrictamente.




 No todos los embarazos son iguales, pero existen alimentos que se deben considerar en cualquier mujer durante este periodo. Ahora bien, el embarazo es la etapa en donde el instinto de mujer aflora con mayor intensidad, por lo menos en lo que respecta a la alimentación, y esto es algo que hay que respetar a pesar de las pautas. 
El cuerpo es sabio y sabe lo que necesita. Por eso se intensifican los sentidos, en especial el olfato y el gusto, para que la mujer embarazada pueda seleccionar perfectamente los alimentos que le aportan los nutrientes específicos en cada etapa. Eso sí, que no se malinterprete, con esto no digo que si dentro de sus poderosos instintos surge la necesidad de comer chatarra lo hagan. Deben mezclar sus instintos con sus conocimientos e intentar seguir una pauta de alimentación saludable lo máximo posible. Para eso hay algunos truquitos, por ejemplo, si su instinto insiste en que coman papas fritas, háganlas en sus casas, cortadas a la forma en que prefieran, al horno, con mantequilla y sal de mar quedan crujientes y deliciosas.

MI EXPERIENCIA DURANTE EL EMBARAZO

Particularmente durante mi embarazo sentí mucha, mucha hambre. Lo defino bien, puede sonar un poco raro, pero mi hambre era "desgarradora". Muchas veces, si no es todas, despertaba de noche a comer un gran desayuno.  Si no comía a la hora que me daba hambre me volvía furiosa y frustrada. Mi hambre no se saciaba con nada más que con carnes y grasas, algo que no estoy acostumbrada a comer en abundancia.
Comer carne para mi nunca fue muy atrayente ni fundamental. Suelo tener una alimentación basada en plantas. Como productos animales todos los días, pero en pequeña cantidad, lo justo y necesario para satisfacerme. Pero, durante el embarazo todo esto fue distinto e incluso, en el primer trimestre no pude ver una sola fruta... Y aceptaba solo algunas verduras. 




Mi instinto me llevó a comer grandes porciones (en comparación a lo que consumía antes), y en intervalos de 2-3 horas. Mi primera comida partía a las 03:00 de la mañana y seguía a las 08:00, 11:00, 14:00, 16:00, 19:00 y 22:00 horas.

La variedad de alimentos fue variando durante todo el embarazo. Luego del tercer trimestre, mis síntomas de mareos y nauseas se calmaron y pude integrar todas las frutas y verduras que, gracias a Diós, me volvieron a tentar. Si bien no tuve grandes antojos, recuerdo que hasta el final del embarazo tuve varias veces muchas ganas de comer alimentos ácidos, como jugo de limón, kiwi y naranja. Sin embargo, tuve que tener cuidado con las combinaciones de alimentos, para cuidar mi digestión y prevenir el reflujo. Evité principalmente mezclar en una misma comida muchos carbohidratos con proteínas y aliños ácidos.

Intenté dentro de lo posible seguir mi pauta para una mujer embarazada, todo de acuerdo a mi tolerancia y ganas de comer. Me preocupé de incluir todos los días al menos dos porciones de huevos, palta, mantequilla, aceite de coco, aceite de hígado de bacalao (en cápsulas), carnes, vegetales y lácteos fermentados. Al menos 3-4 porciones diarias de frutas cítricas y frutos rojos, unas 5-8 tazas de vegetales variados (me ayudé con mis batidos verdes, para lograr tal cantidad!) y 1-2 porciones de cereales integrales y tubérculos. 

Durante todo el embarazo intenté restringir el gluten, el azúcar, las harinas blancas y los lácteos no fermentados. Pero, lo hice de forma más estricta desde el segundo semestre, con el objetivo de ayudar a mi cuerpo a disminuir la inflamación, ya que sufrí una rotura de labrum en ambas caderas, debido al sobrepeso. Además, comencé a consumir con frecuencia gelatina natural y caldo de huesos, para aumentar el consumo de colágeno y apoyar los tejidos de mis articulaciones. Por suerte, y gracias a la ayuda de una excelente kinesioterapia con las chicas de Happy Mamy, el dolor de mis caderas fue disminuyendo y logré realizar mi tan deseado parto natural sin anestesia que cuento aquí.

Una mirada a cómo lucían mis platos...

Mis desayunos fueron (y siguen siendo) principalmente a base de huevos, son lo único que me quita el hambre a esta hora. Lo más común: panqueques de plátano, pan centeno con palta huevo revuelto y pepino, y omelets con distintos rellenos de verduras.

Mis colaciones: batidos verdes, fruta con queso de cabra y frutos secos, yogur con frutos secos y fruta. Ya que la fruta dejó de mantenerme saciada por horas como antes, han pasado a ser parte de mi colación, siempre mezclada con algo de grasa o proteína.


Mis almuerzos: principalmente bowls de ensalada con alguna proteína o carnes acompañadas de verduras. Pocas veces acompañaba con almidones (cereales y papas) ya que mezclados con proteínas o alimentos ácidos (jugo de limón, vinagre) me causaban reflujo.

Con todo esto, horarios y alimentación, logré tener un embarazo muy saludable. Tuve un aumento de peso de 12 kilos en total, 1 kilo cada mes los primeros meses. Mi bebé se fue desarrollando y creciendo adecuadamente, sin complicaciones; si bien nació pequeña, tuvo un peso adecuado y un excelente diagnostico hasta la fecha, lo cual me tiene muy feliz y satisfecha como mamá primeriza.

Espero que mi relato les sirva de apoyo para que cada una encuentre el equilibrio en su alimentación, que durante el embarazo no es fácil, pero es algo fundamental. Mi máximo consejo: aprovechen esta etapa para aprender a comer saludable e instintivamente.





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