viernes, 5 de abril de 2013

ALIMENTACION Y SALUD EN OTOÑO



Es evidente, el verano ya ha llegado a su fin. Huele a tierra húmeda, los árboles liberan sus hojas, los días se van acortando y aunque el día este brillante, el sol ya no calienta como en verano. Nuestro cuerpo y mente van sintiendo los cambios. Esta transformación externa, sin dudas nos afecta a nivel interno.
Así como el paso de estación de verano a otoño cambia evidentemente el funcionamiento de la naturaleza, nuestro cuerpo también experimenta estos efectos. Como parte de los seres vivos, los seres humanos poseemos de un sistema de adaptación ante cualquier circunstancia, evento o época que enfrentemos.

¿Que pasa con nosotros específicamente en otoño?

El concepto de que los cambios de estación afectan al bienestar humano fue desarrollado y recogido por la medicina tradicional china hace miles de años. Según este tipo de medicina, el otoño es un tiempo de preparación para el período de descanso del invierno. Por lo tanto, no es una época quieta sino que una etapa de transformación, en donde ha llegado el momento de cosechar lo que hemos sembrado en primavera y cultivado en verano. 
Si lo entendemos en un sentido intrínseco, cosechar se refiere a extraer el fruto maduro, limpiar la materia, purificar... La naturaleza se despoja de sus vestidos externos y se centra en sus pulsaciones internas. El otoño significa entonces, madurez, ponderación, calma, sapiencia; marca el inicio de una vuelta personal hacia uno mismo. 

En el sistema chino, el otoño está regido por el elemento metal, que representa las sales y minerales de la tierra, cuya función es crear estructura y comunicación interna (en el cuerpo esto significa crear tejidos como la piel o el cabello). Está relacionado también trabajos mentales, con la reflexión. Por lo tanto, las personas regidas por este elemento tenderán, más que otros, a ser introspectivos antes de tomar acción, porque al ser el otoño una época de humor triste y algo pesimista, muchos nos iremos contrayendo, al igual que la naturaleza. 
Corporalmente, a nivel de orgánico, el otoño se relaciona con el pulmón, el intestino grueso y la piel. Estos tres órganos son por excelencia sistemas encargados de liberar desechos y toxinas de nuestro cuerpo.
En esta época del año debemos fortalecer estos órganos en específico, dando apoyo primero para se purifiquen y segundo, para protegerlos.

Los Hábitos Saludables de Otoño

Los primeros días de otoño (al igual que en la primavera), son ideales para hacer una limpieza del cuerpo, desintoxicarlo y aligerarlo. 
En especial las personas con problemas de estreñimiento, al ser nuestro intestino el órgano encargado de reabsorber el agua y soltar o dejar fluir lo que ya no es útil, es el momento ideal para iniciar un programa de desintoxicación intestinal, tanto en el plano físico, como el mental-emocional. En otoño entonces, debemos dedicarle tiempo a los procesos creativos, a limpiar tanto el intestino y la mente de emociones y sentimientos que debemos liberar para afrontar la tristeza y falta de luz del invierno.
Por otro lado, una buena respiración nos ayudará a mejorar la salud de nuestros pulmones y cuerpo en general, así como la columna vertebral y nuestras emociones. Respirar conscientemente y profundamente nos ayudará a oxigenar nuestra sangre y a detoxificar nuestros pulmones del dióxido de carbono y toxinas. Profundamente, nos ayudará a aquietarnos para prepararnos para la introspección a la que nos lleva el otoño.
La piel también necesita lo suyo. En esta temporada son recomendables las exfoliaciones suaves en todo el cuerpo con productos naturales (esponjas, lociones, sales), baños de vapor, aceites naturales, duchas que alternen cambios de temperatura, masajes de drenaje linfático, servirán tanto para eliminar toxinas y piel muerta, como para estimular la renovación celular.

La Dieta de Otoño

Los primeros días de otoño se recomienda hacer una dieta de desintoxicación basada en jugos de fruta y verduras. Se deben aprovechar las frutas de la estación, como manzanas, peras, uvas, higos, granadas y caquis, que actúan armonizando el cuerpo, actuando como tónico para pulmones, intestino grueso y piel. 



Seguido a estos se debe nutrir para proteger...
La dieta de otoño debe ser más rica, completa y un poco más calórica que la de verano, para poder prepararse para el frío del invierno. Esto no significa que debamos comer más, si no que debemos incorporar a nuestra dieta alimentos densos en nutrientes, que ayuden a mantener el calor corporal, como los productos animales, tubérculos, legumbres, cereales integrales, frutos secos como castañas, piñones, nueces y almendras. 


Crema de zapallo con curry

El otoño se asocia al sabor picante y especiado, y al sentido del olfato, por lo tanto, sopas, caldos y guisos son las preparaciones ideales para incorporar en esta época. En cuanto a las hierbas y condimentos, el ajo como tónico de los pulmones y el jengibre, por sus propiedades antiinflamatorias, energizantes, desintoxicantes y estimulante de las defensas. También las infusiones, en especial la de tilo por sus propiedades expectorantes.
Nunca olvidemos las verduras ya sea preparadas en crudo o cocinadas, pues son un aporte importante de minerales. También los alimentos fermentados como el chucrut, el yogur, el vinagre de manzana, entre otros, que fortalecen la flora intestinal, reparan la digestión y tonifican el sistema inmunológico, esencial para las épocas frías que se aproximan.
En último lugar, es importante aportar grasas saludables a nuestra dieta y en específico me refiero a la mantequilla, idealmente si es clarificada o "ghee". Este alimento considerado el oro líquido de la medicina ayurveda, y que a muchos puede asustar debido al temido colesterol, es en realidad es un suplemento esencial para las épocas de otoño e invierno. En primer lugar, debido a que es una excelente fuente de vitamina D y otras vitaminas liposolubles como la A, E y K. Y en segundo lugar, gracias a sus aporte ácidos grasos, con propiedades innumerables, entre ellas y en resumidas cuentas, su capacidad antimicrobiana y su capacidad de aumentar la función digestiva. Además favorece la absorción y utilización de nutrientes, y protege los pulmones y la piel.

Como ven, somos parte de un todo y funcionamos en forma coherente con los ciclos consecutivos y dinámicos de la Tierra. Y aunque nuestro estilo de vida moderna nos aleja de estos ciclos naturales y la percepción de los mismos, debemos asumir estos cambios y prepararnos para ello.
Recuerden, el otoño invita a la introspección, a volver nuestra mirada hacia dentro para reconectar nuestra sabiduría interna y desde allí sanar.

En salud del cuerpo, mente y alma.

Daniela,
Nutrición Bioactiva.